viernes, 9 de enero de 2009

La mamá más mala del mundo.

Yo tuve la mama más mala del mundo


Yo tuve la mamá más mala del mundo. Mientras que los otros niños podían irse a la escuela sin desayunar, yo tenía que comer todo el cereal, el huevo y el pan tostado. Cuando los demás niños tomaban refrescos y dulces para el almuerzo, yo tenía que conformarme con comer siempre comidas nutritivas.

Pero yo no era la única que cargaba con este sufrimiento. Mi hermana y mis dos hermanos tenían la misma mamá mala que yo tenía. Mi madre insistía en saber todo lo que hacíamos y dónde estábamos; parecía que estábamos encarcelados. Tenía que saber quiénes eran nuestros amigos. Insistía en que, si decíamos que íbamos a tardar una hora, de hecho tardáramos una hora y no dos.

Cada vez que queríamos hacer las cosas a nuestra manera, nos castigaba. ¿Pueden imaginarse pegarle a una nenita sólo porque desobedece? Ahora pueden darse cuenta lo mala que era mi mamá. Lo peor es esto que les voy a contar: Teníamos que estar en la cama a las 9 p.m. y levantarnos temprano al día siguiente. No se nos permitía dormir hasta el medio día, como a nuestros amigos, así que mientras ellos dormían, mi mamá tenía el valor de despertarnos para trabajar. Rompió la «ley contra el trabajo de los niños menores», e hizo que laváramos los trastos, tendiéramos nuestras camas, que fuéramos por el pan y las tortillas y muchas cosas más; hasta creo que se quedaba despierta por la noche pensando en las cosas que podría obligarnos a hacer, tan sólo por molestarnos: que lávate los dientes, cepíllate el cabello, respeta a los mayores, obedece...

Siempre insistía en que dijéramos la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Así, entre tanta crueldad, transcurrió mi infancia. Para cuando llegamos a la adolescencia y fue más sabia, nuestras vidas se hicieron aún más miserables. Nadie podía tocar el claxon para que saliéramos corriendo; nos avergonzaba hasta el extremo de obligar a nuestros amigos a llegar hasta la puerta de la casa para preguntar por nosotros. Después de los quince años nos dejaba ir a las fiestas de la escuela y a la Iglesia solamente. Mi mamá era un fracaso total como mamá.

Pasaron los años y resulta que todos sus hijos somos felices. Hemos sabido superar las dificultades de la vida y desarrollar magníficas relaciones tanto en la familia como en la Iglesia y en nuestros trabajos. ¿A quién debemos culpar de nuestra situación actual? Tienen razón: a nuestra «mala madre».

Hemos descubierto que nuestra «mala madre» es, en realidad, la mejor del mundo. Gracias a ella mis hermanos y yo nos hemos propuesto continuar el camino trazado por Jesús.

Estamos tratando de educar a nuestros hijos como lo hizo nuestra madre. Estoy llena de orgullo cuando mis pequeñitos me dicen que soy «mala». Sonrío recordando mis propios arrebatos de cólera y le doy gracias a Dios por haberme dado a la «mamá más mala del mundo».

Si la madre de ustedes fue o es tan mala como la mía, ¿no creen que deberían expresarle su más profundo agradecimiento?

3 comentarios:

  1. Te felicito!!!!! Este pensamiento lleva a la persona a reflexionar bastante!!!!!

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  2. Asi es, resulta que los padres que nos aman pueden ser estrictos y disciplinados con nosotros, incluso pueden convertirse en los ogros que tememos de niños, pasa el tiempo y es cuando te das cuenta que en realidad no son unos monstruos, simplemente nos enseñaron a vivir todo ese tiempo de regaños.

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  3. Yo no tuve una mamá mala... YO TUVE UNA MAMA INCREIBLE !!!
    Nunca me huevió mas de la cuenta, jamas me obligo ir a ninguna iglesia ni a creer en nada que no me diera la gana, incluso mis amigos le decían mamá cada vez que hacíamos un asado en mi casa, me acompañaba al estadio a ver el futbol, y cada vez que yo me iba a algun rincon perdido de la patagonia a mochilear, su unica recomendacion fue CUIDATE, y que pasó???
    Que soy un profesional feliz con mi carrera aunque no fue lo que mi mama hubiera querido para mi.
    Que hoy tengo amigos de toda una vida, recorri miles de lugares, aprendí a valerme solo, estando lejos entendí lo que es tener a la familia al lado, y sobre todo a mi mamá junto a mi, hoy aun vamos al estadio, nos tomamos una cerveza, puteamos al arbitro, y gritamos desaforadamente los goles... que mas puedo pedir???

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