domingo, 25 de mayo de 2008

Karim Rashid: el rey del plástico impone su ley en el diseño



diseñador industrial
Cuando un visionario lanza un mensaje utópico y además razonable, los necios se suelen conjurar contra él, tal como advirtió el escritor Jonathan Swift . Pero este no es el caso de Karim Rashid, que si alguna confabulación conoce tan sólo es la que le ha proporcionado una inabarcable lista de premios y reconocimientos por sus sueños.

Es el diseñador del momento. Con su figura excéntrica y carácter apátrida, o quizás más exactamente, con una visión de un mundo fluida y sin fronteras, este diseñador forma parte del cuerpo de filósofos estéticos reconocidos del siglo XXI, que no se expresan con palabras sino con siluetas y texturas, presentes en medio mundo. Más de dos millones de norteamericanos han lanzado la basura a una cesta diseñada por él.

Democratizador del diseño
Su mensaje se concreta en la "democratización del diseño". Cree posible un mundo donde las formas contemporáneas y de calidad estén al alcance de las masas, sin limitaciones por precio ni por funcionalidad. Pero, ojo, tampoco pretende cambiar el mundo de raíz: "Hoy diseñar no va de resolver problemas, sino de un estricto embellecimiento de nuestro entorno".

Mantiene que toda una serie de factores que afectan a la conceptualización y comercialización del diseño son los que finalmente moldean los objetos y los espacios que nos rodean, y su misión es cambiar esos conceptos que definen la cotidianidad.

Una mezcla de culturas se ha fundido en su sangre y su forma de pensar. Nacido en El Cairo, medio egipcio y medio inglés, ha vivido desde niño con una maleta: Gran Bretaña, Canadá, Francia, Italia... A quien acompañaba era a su padre, un artista que se dedicaba a diseñar platós de televisión.

Obsesiones infantiles
diseño industrialActualmente, la nacionalidad de Karim Rashid es la norteamericana y su lugar de residencia, Nueva York, donde abrió hace 14 años un estudio de diseño junto a su mujer, la pintora digital Megan Lang. Aquel niño obsesionado con dibujar gafas, zapatos y radios es hoy una de las figuras más señeras del diseño en todas sus facetas: interiores, moda, mobiliario, iluminación, arte... También es la excepción al general desprecio del mundo académico a todo lo que implica éxito comercial.

Tras graduarse en su especialidad en Ottawa y Milán, Karim fue profesor asociado de Diseño Industrial durante diez años y actualmente mantiene una apretada agenda de conferencias y seminarios. Es el autor de diversos libros, como Design Your Self (Regan Books), una personal guía de ayuda para redefinir el estilo de vida, y Digipop (Taschen), donde realiza una exploración del diseño informático en 3D.

El trabajo de Rashid debilita las fronteras entre diseño de consumo y arte, como atestigua que sus creaciones formen parte de las colecciones permanentes de 14 museos de todo el mundo.


El diseñador del confort
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Desde el punto de vista puramente comercial, es reseñable que de su estudio hayan salido hacia las fábricas cientos de objetos desarrollados para una impresionante lista de clientes, entre los que se encuentran desde la empresa italiana Alessi hasta Sony o el carnaval canario, pasando por prestigiosas casas como Umbra, Prada o Miyake.

Su aproximación al diseño se regodea en la ergonomía, la funcionalidad y el fluir de las formas. Entre sus éxitos más rotundos se cuenta la silla Oh para Umbra, o la silla Poly de Bonaldo, resultado de dos años de trabajo y realizada completamente en policarbonato mediante un proceso de moldeado por inyección. Máximo confort gracias, entre otras cosas, a que se consigue en ella el grado perfecto de inclinación del respaldo, que no está reñido con un diseño joven, original y geométrico basado en la intersección de superficies.

Las creaciones de Rashid siempre implican movimiento y progreso hacia el futuro, un cierto fluir que se plasma en su predilección por las curvas, y que definen piezas como el sofá Koochy de Zanotta, con estructura de acero y acolchado de espuma de poliuretano sobre cintas elásticas; o la banqueta Kant, que desdibuja los límites entre arte y naturaleza siguiendo las proclamas del filósofo Emmanuel Kant, muy admirado por el diseñador.

Asimismo, ha realizado incursiones en el mundo de la arquitectura e interiorismo, como en el hotel Semiramis de Atenas, con el que consiguió un Sleep05 European Hotel Design Award.


Problemas en la aduana


Sus raíces islámicas han jugado mucho tiempo en contra de su concepción de un mundo sin fronteras. Durante años ha tenido que pasar horas retenido en los aeropuertos cada vez que volvía a Estados Unidos; su nombre aparecía en una lista de terroristas, cuando no hay nadie tan amante de la paz y la concordia que este personaje genial y de difícil clasificación.


Quizá sea esto último, su versatilidad e indefinición de fronteras, lo que dé a sus diseños un marchamo inconfundible. Su puesta en escena extravagante también parece jugar a su favor.


La fijación por vestir de blanco nuclear o rosa chicle, y la multitud de tatuajes que tapizan su cuerpo, cada uno de una procedencia, le hacen reconocible al instante, lo que resulta muy necesario para destacar entre la masa que tanto le preocupa.


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